La iluminación INDUSTRIAL es hoy en día un feudo casi exclusivo de las lámparas de aditivo metálico y de vapor de sodio.
La razón fundamental consiste en la eficiencia luminosa de estas lámparas, que permite convertir cada Watt en una cantidad que varía entre 130 y 170 lumens, aunque la luz de estas lámparas se reduce significativamente ya que es reconducida por la parábola dando como resultado solamente el 54% de luz efectivamente útil. Aunque ya existen LED en el mercado con capacidad para alcanzar hasta los 250 lm/W la mayoría de LEDs comerciales proporcionan entre 80 y 100 lumens, en base a un régimen de funcionamiento que prima la fiabilidad y durabilidad. Las luces LED se caracterizan por una emisión de luz monodireccional que reduce significativamente la luz reconducida por la parábola, consiguiendo un coeficiente de utilización que supera el 88% de la luz emitida. Ello viene a significar que una luminaria LED de menor capacidad de producción lumens por Watt (lm/W) proporciona más luz aprovechable en el cono de proyección o iluminación útil que otras fuentes de luz. EJEMPLO: Una luminaria con lámpara de vapor de sodio de 6,500 lumens, proporciona 3,500 lumens de emisión de luz útil, directamente aprovechable para iluminación mientras que una luminaria LED de 5,800 lumens proporciona 4,400 lumens de emisión de luz útil que revierten en más lux sobre la superficie a iluminar. |